martes, 12 de junio de 2012

Vengo del cine: Mi semana con Marilyn

La muerte de Marilyn Monroe en 1962 significó el nacimiento de una leyenda. Su belleza, sensualidad y mágica manera de ser la hicieron única, su carrera como actriz tan sólo una más. La rubia delirio parecía no tener otra performance en el mundo del cine que desplegar su encanto, sin dudas su pasaporte a la fama y su más pesada cruz. Ser o no ser su propio personaje, sobrevivir a su trágico pasado, lidiar con una enorme necesidad de cariño y una profunda depresión fueron el detrás de escena de la mujer más codiciada de Holywood hasta entonces. Esta es la versión que Simon Curtis nos muestra en su película, Mi última semana con Marilyn.
En 99 entretenidos minutos se resume una semana de la vida de Marilyn, sólo eso. No una semana cualquiera, claro; sino una de las primeras semanas del rodaje de El príncipe y la corista (1957), bajo la dirección del reconocido Laurence Olivier, interpretado por Kenneth Branagh en el filme. Para muestra basta un botón. Tediosas jornadas de grabación en las que la falta de concentración y compromiso de la actriz eran más que evidentes y entorpecedoras para el rodaje. La flamante esposa del dramaturgo Artur Miller no encontraba razones por las que vivir más que la opresión del reconocimiento universal que poco supo disfrutar. Entre tanto hastío, pastillas y desgano, una suave historia de amor. Un muy joven asistente de dirección cae bajo el hechizo de la adorable y abatida criatura de apellido Monroe. Romance verídico, detallado en un capítulo publicado a posteriori del libro El príncipe, la corista y yo, que el mismo Corin Clark escribió.
Más liviana que intensa, la película es una invitación al misterio de la vida de la diva antes que a su intimidad.  Secuencias interesantes donde se muestra la cocina del cine, vericuetes de la tibia relación de amor de los protagonistas, el padecer de una actriz insegura y algunas clásicas escenas de Marilyn en plena y estupenda acción son quizá poco explotadas para la impactante estética que puede regalar el cine. Objeción común en muchos de sus espectadores, que esperábamos una delicia visual por sobre el argumento. Algunos aluden que responde a la cabeza de un director de televisión, como lo es Curtis.
Por momentos sorprendente, por otros estereotipada, el personaje de Marilyn no es muy diferente a lo que todos hemos imaginado de ella. Sin embargo, la caracterización lograda por Michelle Williams es brillante. Con la dosis justa de ingenuidad y demonio, dulzura y dolor, inocencia y sexualidad, la actriz hace de la película su mayor atracción. Es nada más y nada menos que la Marilyn Monroe del filme! que con su encanto nos hace perdonar las debilidades de la película. Merecedora de reconocimiento y válida quizá a una nueva nominación a mejor actriz en los premios Oscar, la interpretación de Williams refresca la pantalla y cautiva al público, que ninguna tensión parece sufrir en toda la historia. Excelente acompañamiento de maquillaje y estética de la actriz, al punto de convencernos de un cierto parecido entre ambas.
Destinada principalmente para aquellos que la adoramos y sabemos lo díficil y valiente que fue animarse a ser Marilyn Monroe, una mujer común y corriente que jamás entendió del todo a qué se debía su fama. Quería ser actriz y que jamás vuelvan a abandonarla. 

Un poco más de intensidad para homenajear. Para mi gusto no estaría mal.

El arte de hoy? Marilyn Monroe!


3 comentarios:

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  2. Tambien tuve la suerte de ver la pelicula, es cierto, por momentos creo que todos nos convencimos del parecido de Michelle con Marilyn, por momentos inentendible en sus reacciones y por otros simplemente bella y callando como dijo algun poeta. Lo que debió haber sido una semana con ella, si los espectadores que apenas tuvimos un poquito mas de una hora, quedamos boquiabiertos...Entretenida y plagada de mistica,tremendamente recomendable. Besos Maga!

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  3. Guillo, muchas gracias por tu comentario! Entiendo lo que decís, esto de ser bella y callar...jiijjiji besos!!

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