miércoles, 23 de mayo de 2012

El poder de la resistencia. Teatro El Picadero

Ayer reinauguraron Teatro El Picadero, un espacio emblema del arte donde, años atrás, tenía lugar el movimiento Teatro Abierto. Un incendio intencional, una casi demolición y la fuerza del olvido no pudieron con esta mítica sala porteña y anoche, entre prensa, actores y copas de champagne, reabrió sus puertas al público.
Ubicado en un pasaje entre Corrientes y Riobamba, el teatro fue cuna de grandes de la actuación: Osvaldo Dragún,  Roberto Tito Cossa, Luis Brandoni, José Pepe Soriano y cientos más que, en los duros años de la última dictadura militar, tuvieron el coraje de romper el silencio y reclamar a través del arte la llegada de la democracia. Teatro Abierto fue el nombre de este espacio de resistencia que desde 1981 sigue, como vimos anoche, vigente y de pie. Excluidos de las salas oficiales de ultra derecha de aquel entonces y perseguidos no sólo por la censura sino por el miedo de un día desaparecer, este pujante grupo de actores recuperó al fin el escenario donde mostrarse. Un más que emotivo acto impregnó la sala de encontradas sensaciones, entre la impotencia e injusticia de aquella cruel Argentina y la felicidad de volver, llenos de esperanzas y con sabor de victoria.
En 1981, con tan sólo días de lucha, el gobierno militar creyó callarlos con el premeditado incendio de la sala. Cuentan que fue el Teatro Tabaris el lugar que los acunó más tarde. Otros dicen que se convirtieron en un espacio ambulante de protesta que no pudo más que esconderse para sobrevivir. De una u otra forma, ver y escuchar en una sala repleta a Tito Cossa fue una experiencia emocionante. Con un tono de voz agrietado por los años y por un llanto contenido, recordó el inicio de Teatro Abierto, sus estudiantes, sus convicciones, la tenacidad de su lucha y la noble causa que respalda este tipo de actividades: el arte inspirador, que todo lo sublima, que llama a la reflexión y que, en su punto óptimo, promueve la acción. Recordó el episodio que siguió al fuego, la posible demolición. Nada hay tristeza más gráfica que demoler el lugar que gestó miles de sueños. Basta de demoler impidió tras varias maniobras y una medida cautelar la destrucción del lugar, lo que sumado a la decisión de Blutrach de invertir en el teatro permitió el resurgimiento, cual Ave Fenix de sus cenizas, de El Picadero.
Leonor Manzo, Hugo Arana, Graciela Borges, Georgina Barbarrosa, Hernán Mirás y una extensa lista de actores estuvieron ahí, sumado a la curiosidad de la prensa y otros invitados.
Con un hall de entrada casi minimalista, una barra y una sala con más de 200 butacas, ayer se respiró el olor a humedad del cemento y la esperanza de seguir, como el primer día, con el show. 

Y que nada se atreva a intentar bajar el telón del pequeño teatro del pasaje Discépolo. Es claro no? el que resiste, gana.

El arte de hoy? No rendirse, aún creyéndonos rendidos. Lo escuché por ahí.

Rienda suelta a la nostalgia.


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